OAXACA LLEGÓ A LA CDMX

Por Mayela Avendaño

El pasado viernes 12 de noviembre, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, se llenó de cultura, colores y mucha danza con la llegada y puesta en escena de uno de los espectáculos más emblemáticos de Oaxaca, “La Guelaguetza Oaxaqueña Mizoc – La Resiliencia”.

Después de meses enteros de confinamiento, el mundo de la cultura, el arte y el entretenimiento se habían visto afectados por este receso forzado, sin embargo, cuando hay disposición y amor por lo que se hace, siempre se encuentra una forma para poder llevarlo a cabo. Tal es el caso del Instituto de Danza y Música Tradicional Mexicana Mizoc, quien en esta ocasión presentó un show sin precedentes con respecto al modo de organización y su gran nivel de calidad; y es que, tras año y medio de ensayos online, el elenco de este gran espectáculo presentó una puesta en escena que mostró a todos los asistentes la dedicación y resiliencia que los mexicanos tenemos para hacer lo que nos gusta y así poder representar a nuestra tierra.

Bajo la dirección general de Zadoc Fuentes Marín, con la participación de 43 bailarines conformados por niños, adolescentes y adultos, y la dirección musical de, Eliud Vázquez Luna al frente de la Banda Oaxaqueña Nizdua- Band conformada de 13 músicos, el Teatro De La Ciudad se llenó de magia a ritmo de los sones y bailes correspondientes a las siete regiones que conforman Oaxaca.

Con una grata introducción y breve historia de esta hermosa tradición, “La Guelaguetza” comenzó con la entrada al lugar de la banda musical junto a la presentación de La Calenda Oaxaqueña y Las chinas Oaxaqueñas, quienes con orgullo y entusiasmo dieron el cordonazo a lo que sería la presentación encargada de celebrar el 54 aniversario de esta importante institución, así como el homenaje rendido a sus grandes maestros.

Siguiendo con un amplio y muy completo programa, llegaron números como “Los Sones y Jarabes”, “Los Sones de Pinotepa”, “Flor de piña” y el tradicional “Jarabe Mixteco”, los cuales levantaron los ánimos de la audiencia que hacían retumbar el recinto al ritmo de palmas y ovaciones.

Como si se estuviera en el mismísimo corazón de Oaxaca, los artistas en escena transportaron a los asistentes a cada una de estas maravillosas regiones gracias a sus bellos vestuarios, coloridos bailes, su picardía natural y por supuesto, su gran talento.

Regalando dulces, juguetes, sonrisas y flores entre cada número, los bailarines cada vez sorprendían más al público con su gran profesionalismo, dejando el alma en el escenario en cada presentación, llenando de goce, alegría e incluso ternura a todos los ahí presentes.

Para finalizar la noche, el elenco deleitó al público con los números de la Danza de la Flor y Sones Istmeños, mismos que dieron un toque especial a este gran evento, demostrando la gran integración que existente entre todos los involucrados, demostrando el por qué México, y en especial Oaxaca, es una joya cultural que merece ser homenajeada y de esta forma llegar a todos los lugares y rincones posibles del mundo.

Agradeciendo la asistencia y el haber podido regresar a los escenarios, los encargados del show se unieron al elenco para recibir los aplausos y las felicitaciones del público, cerrando la noche con el orgullo y la satisfacción de haber podido brindar un show al nivel que sólo México es capaz de ofrecer.

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